9 de junio de 2011

UN CAMINO DE ESPERANZA


Continuamos reflexionando la venida del Espiritu Santo

Sentados a la mesa, el caminante bendijo el pan. Entonces a los discípulos se le abrieron los ojos y se dieron cuenta que era Jesús quien estaba con ellos. Acababa de realizar un gesto típico: bendecir el pan. El Señor desapareció de su mirada y ellos reconocieron mutuamente que “el corazón les había ardido de gozo” mientras El les explicaba las Escrituras por el camino.

Asi es la esperanza. Brota en los momentos más difíciles gracias a una presencia inesperada de Jesús que no siempre sabemos reconocer. Estos dos discípulos veían todo negro. Habían puesto su confianza en el Señor y Él había terminado en una cruz. ¿Qué podían esperar, entonces, de la vida? Pero de pronto, una presencia, un gesto, una palabra… y volvió a sonreír el corazón de estos cristianos desconsolados.

De hecho nuestras vidas está llena de pequeñas y grandes esperanzas. A veces esperamos una noticia y estamos impacientes hasta que nos enteramos. Otras veces, esperamos a un amigo, a una amiga, y preparamos lentamente el corazón para el encuentro. Muchas veces la esperanza es tan trivial como un comentario o tan profundo como el deseo de superarnos. En todo eso hay esperanzas. Pero su mejor fotografía es el vientre de una madre encinta. Su sola silueta nos habla de esperanza y lo decimos tan sencillamente: “ella esta esperando”… Y es verdad. Notamos la presencia del niño que va a nacer aunque aún no veamos su rostro. (Cfr. Lc.1,30-33).

Así es la esperanza, percibimos su presencia, captamos sus signos, sentimos la seguridad que ella nos infunde aunque no la podamos ver completamente. Esperanza que se ve no es esperanza… a que se cumpla lo que ahora solo somos capaces de intuir y desear ardientemente.

Para reflexionar

1- ¿Cuáles son tus esperanzas cotidianas?

2- ¿Qué sientes tu cuando ves a una mamá esperando a su hijo?

Sugerencias

Pregunta a tus amigos y familiares cuáles son sus esperanzas más sentidas (o más queridas).

Extraído del libro “Un camino de esperanza” del Cardenal Carlos Oviedo C.-colección Tercer Milenio 17 Año del Espíritu Santo 1998

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